No es un problema, ni debería suponerlo para nadie. De hecho, habrá ocasiones en las que nos encanta sentirnos diferentes y queremos dejar patente que así es. Otras veces, en cambio, esa sensación puede ir acompañada de sentimientos de soledad impuesta.
Lo cierto es que si entendemos que la diferencia es fuente de riqueza cultural, podemos llegar a beneficiarnos todos y todas... tan sólo debemos entrenar un aspecto tan básico como vital: la diferencia hemos de entenderla en un continuo, por lo que ser distint@ de otro no implicará ser mejor o peor que esa persona.
¿Se puede entrenar? Prácticamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana son susceptibles de entrenamiento, y este, no va a ser menos. Y gracias a la aportación de mi amiga Laura Martínez, ya que la idea ha surgido de ella, voy a proponeos una bonita tarea para realizar con vuestr@s hij@s y, ¡cómo no! con vosotr@s mism@s.
Mostrad esta imagen y pedir que se inventen una historia, un cuento... lo que se les ocurra y les inspire la visión de esta foto. Procurad no interferir en sus ideas. Es mejor dejar que sean ell@s mism@s las personas que discurran...
¡Qué sorpresa, Sonia! Gracias. Precisamente acabo de verme obligada a poner un bufido en mi muro, tengo una agregada que pone unos comentarios tristísimos sobre los que ella llama "extranjeros". Lo peor es que la conozco en persona y hasta la consideraba amiga, sorpresas te da la vida. :(
ResponderEliminarEs curioso que no se tenga claro el concepto de "extranjer@"...al fin y al cabo tod@s lo somos, sólo depende del contexto en el que nos situemos.
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